Autor: Maurizio Binda Saffon*
Yo duermo con la puerta cerrada.
Duermo con la puerta cerrada porque mi papá se acuesta a dormir en la sala, con el ruido de la tele.
Duermo con la puerta cerrada porque no quiero brisa cuando es de noche.
Duermo con la puerta cerrada porque no quiero que mi reflejo me visite.
Duermo con la puerta cerrada porque puedo ignorar los ruidos que ella opaca.
Duermo con la puerta cerrada porque a veces mi reflejo se siente solo.
Duermo con la puerta cerrada porque una vez se me olvidó cerrarla.
Duermo con la puerta cerrada porque esa vez, ojos y dientes brillaron.
Duermo con la puerta cerrada porque mi reflejo se arrastró por la puerta.
Duermo con la puerta cerrada porque mi reflejo rodeó la cama.
Duermo con la puerta cerrada porque me vi a mí mismo en el pie de mi cama, subiendo a ella como agua inunda barro para volverse charco estancado.
No había sino sangre, colmillo y víscera sonriendo desde una cabeza hecha bisagra al pie de mi cama.
Gutural el sonido de coágulos reventándose, siendo regurgitados para formar una imitación de media palabra.
Mil y un esquirlas tocaban su caja torácica como a un tornamesa que sabe que es madera arrancada.
Un grito susurrado que no podía escuchar nadie más.
El cariño del amante al cadáver de su esposa.
Duermo con la puerta cerrada porque mi reflejo me dijo que estaba en su cama.
Duermo con la puerta cerrada porque dijo que la quiere de vuelta.
*Maurizio Binda Saffon es un estudiante de estudios literarios en la Universidad Pontificia Bolivariana. Cuando no está pensando en videojuegos, está pensando en cómo defenderlos como literatura, en maneras de conciliar su trasfondo en ingeniería con las artes o en formas de condenar a sus jugadores en su campaña deCalabozos y Dragones.
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