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  • Foto del escritorEl Galeón Gaceta Literaria

Memorias Fantásticas

Autor: Salomé Giraldo Herrera*


Indagar en el pasado es una necesidad humana, según dicen las malas lenguas. Por un lado, consideran que si no sabemos de dónde venimos, no hay lugar a donde ir, mientras otros simplemente declaran que la memoria es la mejor cómplice para revivir momentos como la infancia. Pero ese viaje en el tiempo no siempre es tan agradable como lo pintan, debido a que los recuerdos no solo se conforman por lo que vivimos como individuos, sino también por aquello que sucedió de manera colectiva y que de algún modo afectó en nuestro interior. Por eso, cuando llega el momento de hablar sobre el pasado, la memoria no es una simple reproducción de acontecimientos, sino que se apoya de nuestra capacidad de imaginar para crear un diálogo con nuestros miedos ocultos y contar de la mejor manera aquello que fue.

Ese es el caso de Carmen Martín Gaite en El cuarto de atrás (1990), donde luego de la muerte del general Franco en España, se introduce en su pasado individual y colectivo, a través del diálogo con un personaje misterioso que la visita y le permite no solo traer de regreso tiempos que se creían olvidados, sino también desarrollar un manual de cómo escribir correctamente, y así dar vida a cada uno de sus recuerdos por medio de la fantasía. Aquí, no nos referimos a cuentos de hadas, como muchos imaginan cuando se dice la palabra fantasía, sino que hablamos de una mezcla entre la actitud olímpica que da vida al relato y la actitud perpleja que aporta la verosimilitud. De esta manera se cumple aquello en lo que Todorov (1994) hace tanto énfasis, cuando se refiere a este género, y es precisamente que la obra debe tener una vacilación en la que el lector toma la decisión sobre la “realidad” presente en el texto con el que está en conversación. Para poner lo anterior en palabras más cercanas, lo podemos mirar desde la misma obra de Martín Gaite, la cual, desde las dedicatorias y epígrafes, nos indica que vamos a vernos metidos en un espacio borroso entre el sueño y la vigilia, donde lo misterioso, lo imaginario y lo monstruoso puede tener cabida, y la decisión sobre lo que es verdaderamente real va a recaer sobre nosotros como lectores.

Esa fantasía de la que hemos hablado está estrechamente relacionada con la memoria, puesto que ambas se encargan de recrear la realidad y permitir que veamos con los ojos del autor cuáles son sus grandes anhelos, miedos y todos los recuerdos que se reprimen por el dolor que pueden causar al traerlos de regreso. Por esa razón, se suele recurrir al diálogo con personajes imaginarios, para que el paso a través de lo que vivimos sea más digerible, y que ese personaje (quien por lo general conoce un poco sobre nuestra historia) nos pueda empujar para encontrar la manera de narrar lo acontecido al ritmo de los sueños, es decir, de una forma en la que lo subjetivo y el deseo sean los protagonistas de la historia. Cabe aclarar que, dentro de ese diálogo, siempre van a estar presentes dos formas distintas de observar el pasado: la primera, mira de una forma infantil y positiva que, a pesar de haber tenido que pasar por situaciones difíciles, busca rescatar lo mejor de sus experiencias; mientras la segunda es la mirada adulta que se torna oscura y negativa, como consecuencia de que es consciente de la crudeza de las situaciones que fueron parte de su niñez.

Al referirnos a la memoria desde el contexto literario, podemos aplicar las ideas de Eagleton (1983), cuando señala que la literatura se puede referir tanto a lo que la gente hace con lo escrito como a lo que lo escrito hace con la gente. En el caso del libro de Martín Gaite, podemos ver como se evidencian las dos propuestas; en primera instancia, debido a que se narra una situación real como lo es franquismo, la cual puede mover la mente de las personas y llevarlas a reflexionar sobre lo que sucedió en esa época, manejando a su gusto los pensamientos y reacciones de los lectores. A su vez, ofrece una gran cantidad de comentarios metaliterarios que se encargan de permitir la participación del lector en el acto de construcción textual, y dan paso para cuestionarse respecto a las maneras correctas de escribir literatura fantástica. Incluso, se puede decir que aquellos comentarios son el camino para que el escritor revalorice las estructuras narrativas y obtenga como resultado la novela misma. Por ejemplo, en El cuarto de atrás, cada uno de los comentarios que se realizan durante la conversación de la protagonista con el hombre misterioso, son los que van creando poco a poco los folios que al final serán las historias que conforman la misma novela y, aunque la protagonista no es consciente de ello, el lector de cierta manera tiene el poder sobre esos folios.

Nuestros recuerdos no solo se relacionan con lo individual, también lo hacen con los acontecimientos colectivos, y la fantasía es la que permite que esos testimonios no caigan en la deformación que la ideología común ejerce sobre el que pretende contar historias, sino que, al contrario, se conviertan en una experiencia viva para los jóvenes que se acerquen a aquellos relatos. Sin importar que las memorias sean parte de un suceso que todos los escritores de la época han narrado, la fantasía ayuda a conservar esa característica que los “formalistas” como Shklovski (Eagleton, 1983) recalcaron tanto, y es justamente que el objeto estético de la literatura es crear desde cero y desfamiliarizar el mundo. Así, por más veces que se cuente el mismo relato, este va a ser visto como algo nuevo, puesto que el género fantástico hace que su efecto en los lectores sea completamente diferente al de los demás textos que hablan del mismo tema. Esto ocurre, porque como Horst Lange dice (2003): «No es humanamente posible tener una literatura enciclopédica, ya que el conocimiento no se ata solo a sujetos específicos del mundo literario, sino que depende también de la resistencia del lector a lo inusual presente en el medio» (p.320-321). De manera que por más similares que sean los textos, en realidad la interpretación final solo depende del lector y qué tan bien utilizados fueron los métodos para diferenciar la obra del resto.

Finalmente, podemos declarar que la memoria nos habla de manera directa a través de la ficción y pone nuestras mentes a jugar incansablemente hasta lograr responder a esa pregunta propia del género sobre la realidad. Por ejemplo, con la obra de Martin Gaite presenta la ambigüedad de principio a fin y no solo con la conversación con el personaje misterioso, sino también, con lo que ocurre dentro de la casa con los objetos que aparecen y desaparecen, y con el final que nos deja con la pregunta de si todo lo que vivimos mientras leíamos la novela fue solo un sueño de la protagonista o si fue una conversación real de medianoche.

Las memorias que conocemos de esta escritora son una creación no solo de una guerra que ocurrió en España, sino también de una mezcla de vivencias y realidades alternas que llegó a presentar en novelas que escribió mucho antes, incluso podemos decir que presenta comentarios que protestan en contra del machismo y la desigualdad de género. Pero al ser tratados de manera tan irreal, oscura y misteriosa, esas cuestiones pasan a un segundo plano, porque el objetivo principal que consume la mente del receptor es identificar la naturaleza de la persona con la que la protagonista se encuentra en el cuarto, así como conocer a cabalidad ese cuarto de atrás que va evolucionando a medida que avanza la narración, que se vuelve más caótico, y que en realidad representa la mente de la escritora. Una mente que se va deteriorando a causa de la guerra y la desilusión por la pérdida de la inocencia de la infancia.


Referencias

Eagleton, T. (1983). ¿Qué es la literatura? En Introducción a la crítica literaria (págs. 5-14). Fondo de cultura económica. Obtenido de https://estudiosliterariosunrn.files.wordpress.com/2010/08/eagleton-terry-una-introduccion-a-la-teoria-literaria.pdf

Gaite, C. M. (1990). El cuarto de atrás . Madrid : Cátedra letras hispánicas .

Lange, H. (2003). Northrop Frye, Anatomy of criticism. monatshefte, Vol.95,No.2, 317-324.

Todorov, T. (1994). Introducción a la literatura Fantástica . México D.F: Ediciones Coyoacán .



*Nací el 25 de abril del 2003, para completar el trío dinámico de las tres niñas. Toda la vida he estado rodeada de ingenieros y por eso, desde pequeña tomé la decisión de buscar un rumbo diferente. Intenté con los deportes, con la música y el baile, pero al final me enamoré de las letras. La pandemia llegó y me dio mil vueltas, tantas que hasta pensé en renunciar al sueño de las humanidades. Pero como la vida es tan curiosa, ahora estoy en el pregrado de Estudios literarios en la Universidad Pontificia Bolivariana, conociendo lo maravilloso de la literatura y construyendo un camino lleno luces que iluminan mis días.








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