top of page
Foto del escritorEl Galeón Gaceta Literaria

El doble estándar de género como condena femenina en la novela Madame Bovary, por Gustave Flaubert

Autora: Susana Angarita Vásquez*


Resumen: El presente artículo se encarga de analizar la obra de Madame Bovary por Gustave Flaubert, el personaje de Emma Bovary como una mujer que representa en forma irónica, la lucha del feminismo bajo los criterios teóricos de Simone de Beauvoir, en su texto El Segundo Sexo. A lo largo del texto, se destacará la realidad de la mujer en el matrimonio en el contexto social y moral del siglo XIX, su impacto en las perspectivas de sus vidas, y se explorará la dependencia de las mujeres de los hombres en todos los aspectos de sus vidas. Se concluirá examinando cómo el personaje de Emma Bovary, puede ser visto como una mujer feminista y revolucionaria a través de la perspectiva teórica de Simone de Beauvoir en su obra El segundo sexo. Este análisis permitirá tomar conciencia del contexto social de la novela de Flaubert, que presenta una visión feminista de la cuestión de ser mujer en la sociedad no sólo del siglo XIX, sino también en nuestro siglo actual, contextualizando así las luchas y opresiones que aún enfrentan las mujeres en la actualidad. 

Palabras clave: Bovarismo1, Romanticismo, Teoría de Género, Feminismo, Mujeres en la Literatura. 


  1. Bovarismo se le llama actualmente al síndrome de las personas que, por idealizar el amor, se desilusionan al poco tiempo de iniciar una relación amorosa, esto es un término extraído de la novela “Madame Bovary”, escrito por el autor francés Gustave Flaubert, este es un texto de la corriente del Romanticismo. 


Introducción 

          La novela Madame Bovary, de Gustave Flaubert fue una obra escandalosa para su época. El autor en su novela, y más específicamente en la construcción del personaje de Emma Bovary, que rompe con varias estructuras sociales impuestas del rol femenino, le da la espalda al estereotipo de esposa abnegada y silenciosa, de manera que abraza la libertad de sus deseos y naturaleza. A partir de este retrato de la mujer que nos presenta Flaubert, es posible analizar el personaje de Madame Bovary, bajo la mirada feminista y revolucionaria de la filósofa Simone de Beauvoir en su texto El Segundo Sexo. Esta lectura con lupa, bajo el contexto de una época específica en Francia, continúa la conversación de cómo la sociedad castiga la emancipación de la mujer, mientras penaliza sus sueños y ambiciones. 

          En el texto, es posible leer a una mujer que se distingue de las demás, pues luego de entrar al matrimonio y conocer las injusticias del entorno en el que se mueve, se da cuenta de que está atada por la voluntad de los hombres en su vida, más precisamente de su esposo y su padre antes de casarse, y que realmente no puede ser libre. Mientras avanza la novela, Madame Bovary se descubre a sí misma intentando encontrar el verdadero sabor y disfrute de la vida. Pues al sentirse decepcionada de las realidades del ‘ser esposa’ dentro de un mundo que no se interesa por lo que tiene para decir, aparte de lo que se espera que diga, reflexiona constantemente en la vida del otro, y en cómo el hombre puede proporcionarle esa libertad que ella tanto sueña. Llevándola así, ya finalmente agotada por las tragedias y dificultades de su vida, a cometer suicido en un acto de rebeldía y de liberación contra el sistema que la oprime.  

          En consecuencia, esta investigación e interpretación serán dirigidas por la teoría que propone Simone de Beauvoir. De manera que se tomen como puntos de referencia, los elementos principales de la obra de El Segundo Sexo, como brújula para leer a Emma Bovary, no bajo la mirada escandalosa y en tela de juicio en la que se tomó durante su época, pero en el foco del prototipo feminista individualista. Dando en diálogo la idea de que lo femenino es en todo caso, un atributo específico no equiparable al concepto de lo masculino, ya que es definido según su proximidad o lejanía de este punto de referencia, pues es un concepto y una tarea impuesta, definida y diseñada por el hombre. Colocando en diálogo la idea de que las mujeres no son un elemento ajeno a la historia y a la política, sino más bien a causa del dominio de la mirada masculina sobre ellas mismas. Se retrató el ámbito político que envuelve a este país, mientras cabe destacar que este se enfocó más específicamente en la vida familiar, y en cómo la mujer era vista en la sociedad de aquel entonces. Toda esta recolección, tiene la intención de dar una visión más amplia del contexto que envuelve a la novela y a su protagonista, Madame Bovary, para así poder dar el enfoque necesario para comprender los sucesos en ella que se abarcarían desde una mirada filosófica, el texto de  Beauvoir. Aquí, se utilizaron las nociones de inmanencia y trascendencia para mostrar como las mujeres estamos abocadas por la opresión que nos infligen los varones y la cultura patriarcal, mientras que ellos pueden ejercer mucho más libremente su trascendencia. El existencialismo de Beauvoir, lo relacionamos con el concepto de libertad que Emma Bovary pone en discurso durante la narrativa, decretando que esta sólo está limitada por su situación, y si bien es cierto que en las mujeres es mucho más coactiva que en los hombres, la posibilidad en el marco de un cambio sociopolítico y cultural, de ejercer su libertad como seres humanos que son, debería ser igual. Es decir, en una sociedad y en una cultura donde la situación de un sexo en específico, condiciona un ejercicio de la libertad, el margen de esta entonces llevaría a la mujer a un estado límite, psicológica y emocionalmente, como vemos en Madame Bovary.   

         Esta investigación, tomando como base la obra de Gustave Flaubert, permite deconstruir la sociedad del siglo XIX y sus prácticas o estándares sociales, de las cuales hemos sido criadas. Para proponernos en forma reflexiva, la idea de un nuevo orden social basado en la igualdad de derechos y competencias, para asegurar a todo individuo la educación de la voluntad propia, asentada en la responsabilidad individual y social. Junto con la verdadera autocrítica y el auto-reconocimiento de la mujer, como un ser con pasiones, deseos y sueños, que presentan tanta validez como la de los hombres: de manera que se comenzará por resaltar la realidad de la mujer dentro del matrimonio durante la perspectiva social y moral del siglo XIX, su impacto en los prospectos de sus vidas, junto con la idea de que su feminidad está atada a la masculinidad. Luego, se demostrará la dependencia de la mujer en el hombre, en todos los ámbitos de su vida y cómo esta le hace actuar de una manera rebelde, para finalmente llegar a nuestra tesis; en el análisis del personaje Madame Bovary, bajo la perspectiva teórica de Beauvoir en su texto, como una mujer feminista y revolucionaria. 

 

  1. La mujer en el matrimonio  

          La representación de Emma Bovary es problemática por varios asuntos; el primero, es que es una madre, esposa, hija y mujer, que es víctima del sistema que la engendró. El mismo sistema social que la manipuló para, desde su nacimiento, quitarle toda opinión propia y entregar su destino a manos de las figuras masculinas en su vida. Castiga su emancipación y la penaliza psicológicamente hasta su límite más claro, el suicidio. Esa falta de libertad que posee es la tragedia que apena su existencia, y esta, no es solo producto de la burguesía que la rodea, con todas sus reglas y estatus, pero de su condición provinciana, y, sobre todo, de su condición femenina. Durante múltiples pasajes en el libro se refiere a esta ancla de nacimiento con ironía y malestar: “Le gustaría que fuera un niño, lo quería fuerte y moreno, le pondría de nombre Georges. Y aquella idea de tener un hijo varón era como una especie de revancha en ciernes que la compensaba de tantas insatisfacciones pasadas. Un hombre, por lo menos, es libre. […] Pero una mujer está continuamente rodeada de trabas.” (102) 

          Emma, se encuentra entonces, atrapada por la compulsión que oprime en su mundo imaginario, un mundo lleno de sueños e idealizaciones, lo que le habrían pintado que sería su vida luego del rápido arreglo del matrimonio, inspirado por su literatura romántica, y la compulsión de su propia ambición. Todos los objetos que podría comprar, todos los títulos y estándares sociales que podría tener, y todo cada vez más lejos de su alcance. Se encuentra contra la espada del nuevo orden socioeconómico del siglo dieciocho y la pared que es su expectativa alimentada por las mentiras que le dijeron desde niña. Emma no encuentra espacio para su realidad en sus fantasías, y esto le produce ira y decepción. Como mujer, ansía implícitamente el pathos2 que sus libros le han mostrado. Esa otra vida donde puede llevar las riendas de sus pasiones y disfrutar el viaje, esa existencia de deseo y voluntad que le han sido negadas por su simple condición natural de ser mujer. Ella, como relata Andrea Imaginario, especialista en artes, literatura e historia cultural, en su análisis literario sobre la obra; ansía la vida de un hombre. 

          Es clave entender, que el personaje de Madame Bovary está compuesto de unos elementos sociales que la caracterizan y que juegan durante toda la obra; el adulterio, el erotismo y la ambición. Ella, como ya se enfatizó, se encuentra seducida por el espejismo del prestigio y poder por el que está siendo sugestionada en sus grupos sociales, y muy especialmente por su esposo. Esta hambre que la carcome y que, de alguna manera, la hace resentir su propia ubicación en la pirámide social, es verdaderamente el hambre del momento histórico por prestigio, reconocimiento y valor. Su esposo, por otro lado, no posee dicha hambre. Charles Bovary se encuentra enajenado en su propia condición de masculinidad, donde ignora cualquier deseo propio que pueda surgir entre sus días, pues se rige con su idea del deber social. Su deber como esposo, como hombre. Por esto, para él amar no es casarse. Emma, claro, es su foco de devoción y entrega, pero sólo como un elemento más de su lista que le encomendaron tachar.  

          Andrea Imaginario lo coloca de la siguiente manera en su análisis: “Ella forma parte del repertorio de bienes acumulados para gozar del estatus burgués. Ignora los signos de su distancia, de su desprecio y de su engaño.” (5) Y, Beauvoir expresa con elocuencia este papel matrimonial de la mujer, en el siguiente apartado: “El drama del matrimonio no radica en que no asegure a la mujer la felicidad que promete el esposo, sino en que la mutila, la destina a la repetición y la rutina.” (459)  

 

  1. Vocablo griego (πάθος) se entiende como la bipolaridad permanente del ciclo genésico que enlaza el sufrimiento y el amor, o con el amor sufriente, también como el desenfreno pasional no inducido. 

  2. Ilustración de Alfred de Richemont para una edición de Madame Bovary, 1857. 


Charles Bovary es un hombre ausente, perdido en su propio mundo, se encuentra comprometido consigo mismo al entregarse tan devota y dócilmente a Emma, y ella lo detesta, encuentra más encanto y belleza en el estereotipo que vive en Lèon o Rodolphe. Sus soledades coexisten en el matrimonio que comparten, y curiosamente, se refleja en la casa en la que habitan. Se describe como un lugar en el que, una vez parte Charles al trabajo, se llena de aires lúgubres y limitados; muy lejos de ser un hogar. Los sueños y ambiciones de Emma no quieren ser limitados por las convenciones sociales de la época, ella posee libertad al menos en sus sentidos, esto ya lo vimos en el inciso pasado, y podemos evidenciarlo en la misma obra cuando en su monólogo sobre Emma, el narrador nos expresa:  

 

Habituada al sosiego de la vida se sentía atraída, por contraste, por sus aspectos turbulentos. […] Necesitaba poder extraer de las cosas una especie de provecho personal y rechazaba por inútil todo cuanto no contribuía al consumo fulminante de su corazón, y siendo como era de condición más sentimental que artística, prefería las emociones a los paisajes.  (43)  

 

          Emma no ve razón para estar esclavizada a la moralidad que le han impuesto, pues al ver tanto a Rodolphe y Lèon, sus amantes, vivir sus vidas como les place; no se tarda en descubrir que la imagen idealizada del esposo perfecto, no es más que un espejismo de un hombre reprimido en sus propios deseos. El esposo solo representa ahora un ingrato e injusto deber, y ella se niega a ser únicamente lo que Charles haga de ella. 

 

  1. La realidad social 

          Flaubert pone al descubierto las tensiones sociales presentes en la vida burguesa del siglo XIX y que aquella población parece no reconocer. Según El sublime objeto de la ideología, por Slavoj Zizek, un sociólogo y filósofo Esloveno, la ideología social es también una fantasía: “Es una construcción imaginaria que, a diferencia de la literatura, se presenta inhumana, inflexible, artificial, pero verdaderamente controladora.” (37) La ideología burguesa se alimenta justamente de la vana ilusión que posee Emma, y en la obra, se refleja en el momento en que le hace creer que puede aspirar a una vida de lujo y prestigios, como una princesa sin responsabilidades. Este, según ideas de Zizek, era entonces el nuevo orden que conformaba la renovación tanto económica como política del siglo, y que incluso estaba transformando la mentalidad de la sociedad del momento. Emma, por su parte, le inculcaban bajo esta ideología que una vez casada; asumió los roles de buena ama de casa, buena cristiana y amar como se debe a su esposo. Pues se le decía que ahí encontraría la felicidad y el romanticismo que leía en sus libros, en la abnegación. Aunque pareciese que Madame Bovary pudiese haber logrado algo de autonomía y control sobre su propia vida, en el momento en que comienza a derrocharla en placeres sin sentido, sus roles no se invierten, mucho menos en sus relaciones personales, con sus amantes, amigos y con el cobrador de su pueblo, su constante división entre la realidad a la que aspira y en la que vive, la obliga a convertirse cada vez en un objeto social más iluso, la hace olvidarse de su hija y de su esposo, caer en desesperación terminando con su vida. Está degradada hasta su límite más obvio como mujer e individuo, empero sigue intentando emular las figuras masculinas que tanto vio reflejadas en su vida. Se debe hacer la pregunta sobre la autonomía de los actos de Emma, ¿Qué tanto está a merced del control de otros? Ella, reclama su espacio como un sujeto presente en la sociedad que intenta esclavizarla, y aunque en ocasiones se deje sucumbir por los actos y palabras de aquellos que solo buscan su bienestar propio, se produce un quiebre autónomo en ella. Cuando descubre que ha estado viviendo bajo un sistema que solo busca penalizarla o manipularla, y renunciando a soñar,  pues su papel se dicta, no es esela vida de ahora en adelante, será para Emma solo muerte. Lo femenino se encuentra entonces atado a lo masculino, la existencia de la mujer no puede sobrevivir sin el apoyo o base de la existencia del hombre, y al elegir otro molde se transgreden los privilegios otorgados a ese ‘sub-género’; una posición social, un esposo con capacidad económica, un círculo de amistades que le provean diversiones para sobrellevar su soledad. Este tipo de representación de la esposa atada a su posición, lo podemos analizar desde el capítulo La mujer casada, que hace parte de la obra de Beauvoir en El segundo sexo, cuando menciona lo siguiente:  

 

Así pues, la joven aparece como absolutamente pasiva; sus padres la casan, la dan en matrimonio. Los muchachos se casan, toman a la mujer. Buscan en el matrimonio una expansión, una confirmación de su existencia, pero no el derecho mismo de existir; es una carga que asumen libremente. […] Se admite, como en otro tiempo, que el acto del matrimonio por parte de la mujer es un servicio, una compensación a los servicios que provee el hombre. El cuerpo de la mujer, por otro lado, es un objeto que se compra, para ella en cambio, representa un capital que está autorizado a explotar. (378)  

 

          La mujer entonces, en este caso Emma, pasa por un periodo de trastorno donde intenta recuperar su autonomía por cualquier medio que para ella esté a su alcance. Por el hecho primario en que su marido posee un prestigio viril y es ‘el cabeza de familia’, según ley, ostenta la superioridad moral y social; muy a menudo también posee en sus representaciones una superioridad intelectual. Durante toda su vida poseen una propiedad de sí mismos, ajenos a la mujer, pues ellas fueron educadas para ser manejadas, ser guiadas e influidas. Todas su figuras paternas parecían saber mejor que ellas. Y, como expresa Beauvoir en este mismo apartado: “La mujer trata algunas veces de luchar. Pero a menudo, de buena o mala gana, acepta que el hombre piense por ella.” (436) 

 

  1. Dependencia al hombre 

     Tal como lo presenta Flaubert, Emma es una mujer de estilo ‘cosmopolita’, que disgusta de la estrechez de miradas de la burguesía en provincias como en la que vive. Según nos dice la novela, ella es una mujer con un espíritu cultivado y con pasiones, sin embargo, ha de convivir con un esposo con pocas o ningunas inquietudes intelectuales. Emma se llena por un sentimiento de soledad en la casa en la que vive, pues no es considerado correcto para ella salir sin compañía de su esposo a encuentros sociales con otras personas, por lo que debe presidir de la motivación de Charles para asistir a una de ellas. Lo que le resalta el hecho de que todas las figuras masculinas en su vida le han hecho saber que ella por sí sola no tiene validez, y requiere de la reafirmación y veracidad de un hombre. Emma Bovary se casa con Charles porque nosabe hacer otra cosa. Toda su vida le han entrenado para convertirse en el prototipo de esposa perfecta; la más deseable, pero correcta, la que cumpla con todos sus diarios deberes domésticos a tiempo, pero aun así encuentre tiempo para ser devota a su esposo. Ella no tiene más tarea que mantener y conservar la vida en su  pura e idéntica generalidad, asegura el ritmo igual de las jornadas y la permanencia del hogar, de las cuales puertas se mantienen cerradas; no se le otorga ninguna influencia directa sobre el porvenir sino mediante del esposo. Esto se expresa de manera clara, igualmente, en  la obra filosófica de Beauvoir cuando menciona lo siguiente: 

 

Por el hecho de que el matrimonio subordina normalmente la mujer al marido, la paradoja del matrimonio consiste en que desempeña, a la vez, una función erótica y una función social: esa ambivalencia se refleja en la figura que el marido reviste para la joven. (431) 

 

     Emma es la carga y responsabilidad de Charles, y esto la hace miserable. Por un lado, no le permite vivir su esencia y practicar su libertad en el diario vivir, por lo que se ve atada a las decisiones de su esposo. Y por otro, la condición de libertad falsa que encuentra en sus amantes descubre que es vacía, pues es un reflejo de la misma relación matrimonial que mantiene con Charles, debido a que sigue involucrando el elemento subyugante de ella hacia el hombre. Un pasaje en El segundo sexo, podría ilustrar más fácilmente esta idea: “Es decir, que amar no es casarse, y que resulta dificilísimo comprender cómo el amor puede convertirse en deber.” (391) La intimidad cotidiana que tiene con su esposo, así como la intimidad sexual que tiene con sus amantes, no crean ni conocen comprensión o simpatía. Estos, respetan su propia libertad demasiado como para interesarse por los elementos de la vida psicológica de Emma; sería como reconocerle una autonomía que le podría resultar molesta, algo incómoda y tal vez peligrosa.  

         Empieza a translucirse el verdadero sentido social del matrimonio entre un hombre y una mujer, pues por su interés común, sería preciso modificar la situación para que no fuese una ‘carrera’, para la esposa; o una ‘responsabilidad más’, para el esposo. Desde el texto de Zizek, podemos discernir que esta relación hace de las mujeres una especie de sanguijuelas, no sólo a su pareja, pero al sistema. Las obliga a cortarse, doblarse, cambiar de color y de forma, para adentrar en el molde en que tanto se les insiste, quepan. Transformar la condición femenina en general, es algo que se vuelve una necesidad, al leer a Madame Bovary. La mujer pesa tanto sobre el hombre, porque se le prohíbe descansar sobre sí misma, y en las palabras de Beauvoir: “El hombre se liberará de liberarla, es decir, al darle algo qué hacer en este mundo.” (463) La influencia en la infancia y de la juventud, fue mucho más profunda y significativa en Emma, que en Charles, por el hecho de que permanece más encerrada en su historia individual. Ella jamás se deshizo del sentimiento de idealización al hombre que consiguió durante esta etapa de su vida, y se negó a deshacerse de ella aún más al momento en que contrajo matrimonio con él, golpeándose contra la desechada realidad que era ahora su vida. Madame Bovary se apoya en su propia autoridad para defender sus ensoñaciones, y su resistencia ante los comentarios y expectativas de los demás, la hace incapaz de comprenderse así misma hasta en un punto.  

 

“Pero a la fulgurante luz de la hora presente, su vida pasada, tan nítida hasta entonces, se difumaba por completo, hasta el punto de poner en duda si la había vivido realmente. Ella estaba allí. Y luego, fuera, alrededor de aquel baile, no existía sino la sombra cerniéndose sobre todo lo demás.” (60) 

 

La frontera donde reside la antigua y la nueva Emma, se desdibuja cada vez más adentrándose en la novela, con el paso del tiempo y de cada encuentro con sus amantes, va desapareciendo la esencia de una mujer que tenía mente propia y un hambre insaciable por la vida. Se percibe a través de todas estas páginas un vano esfuerzo de ella para compensar, por medio de la exaltación moral o ‘poética’, la ausencia de un verdadero amor; sus exigencias, su ansiedad y sus celos por el destino de sus amantes, traducen ese vacío del corazón de Emma Bovary, ya no posee respeto por sí misma o por la sociedad que la amoldó, y siente a su libertad desesperada por salir volando y dejarla atrás. Ella sabe que diariamente se van a repetir las mismas sosas conversaciones con Charles, los mismos ritos de preparar cenas que no están a su antojo, la misma hora para alimentar a su hija Berthe, y la misma carencia de vida social que tuvo desde el inicio. Estando soltera y viviendo en el convento a dónde la llevó sus padre, tenía las manos vacías. Pero en sueños que le producían sus libros lo tenía todo. Ahora, tiene una parcela del mundo y se repite con angustia cada mañana que siempre será lo mismo; ya no tiene nada más que esperar. Nada importante y excitante que desear. Y esta crisis existencial le produce un desemboco en toda la energía sexual que le fue presentada hacía tan poco, se entregó devota a sus amantes así como lo hizo al principio a su esposo: “No paran de torturarme. Ya no puedo más. Me tienes que salvar tú, Rodolphe.” (223) Estos asuntos llegaron a convertirla en un ser sumiso de nuevo, tal vez simplemente tuvo la ilusión de ser libre pero nunca realmente lo fue, era un ser corrupto y subyugado. Era un simple vínculo basado en una admiración incondicional tanto por Rodolphe, como por Lèon, donde estaba llena de complacencia y se hundía en la embriaguez que le producía su propio engaño. Esta condición de los amantes no es gratuita, pues más de la mitad de la novela se puede evidenciar ese desembocamiento de la idealización de Emma hacia ellos; no transformando su condición de libertad, pero transfiriendo el objeto de ello.  Sin embargo, una vez que el encanto de la novedad y pasión comenzaba a borrarse, dejaba al visto la eterna monotonía de la sociedad y la verdadera esclavitud del matrimonio. 

 

 3.1 Feminismo en la obra 

          De todo lo apreciado en esta investigación, debemos recalcar una idea fundamental: en obras como Madame Bovary, las mujeres estamos abocadas de alguna manera a la fuerte opresión que nos inflige la cultura patriarcal, mientras que los hombres pueden ejercer de forma mucho más libre su trascendencia. Nuestra feminidad nos impide este ejercicio, y ellos al tener la carencia de esta, se les hace menos discapacitados. Esto nos lleva a preguntarnos hasta qué punto nuestros géneros, o al menos los roles de estos, son producidos por la cultura en la que nos desenvolvemos, o en qué medida los producimos nosotros. Inevitablemente, como seres humanos, estamos atados a nuestra cultura o al menos arraigados de una manera tan profunda, que a veces es imposible incluso para nosotros notarlo, por ejemplo; para los hombres es culturalmente aceptado sentir excitación las mujeres, en cambio, no. Empero, ambos la poseemos y la sentimos naturalmente. “El cuerpo se torna en una elección, un modo de actuar y reactuar las normas de género recibidas, que sufre, en tanto tal, muchos estilos de piel.” (321) Beauvoir expresa en su texto que no discute la existencia de las distinciones sexuales, sino mas bien el aislamiento y la brecha de valoración o distinción que tiene uno por encima del otro. Se entiende entonces en el papel que toma Emma en su vida, que a ella se le concibe de forma distinta y que su libertad solo se puede vivir en situaciones específicamente diseñadas para ella. Sin embargo, Emma Bovary encontró vías de liberación para esta opresión; sus amantes. Lo que olvidó, fue que estaba codificada a repetir estos mismos patrones de subyugación con ellos, al igual que hizo con su esposo, y de todas formas intentó llegar a un estado de igualdad en el ejercer su libertad con los hombres. Esta es la razón por la cual, en esta investigación, se defiende la idea de Madame Bovary como una mujer revolucionaria para su época y como una prototipo de las ideas feministas que luego emergerían a la mano de ella. Beauvoir afirma: 

 

 El sometimiento de la mujer a la especie, los límites de sus capacidades individuales, son hechos de enorme importancia […] Sin embargo, no basta con definirlo; solo tiene realidad vital en la medida en que lo asume la consciencia a través de las acciones y en el seno de una sociedad. (99) 

 

          No existe un punto de partida para la obra de El segundo sexo, pero se podría decir que en su capítulo sobre La Alteridad, nos invita a tomar consciencia sobre el hecho de que no existe un punto de vista específico que exprese la subjetividad femenina, y sin embargo, la mujer existe en completa relación con el hombre como un complemento de él. Se es una ‘situación social’ mas que un propio ser biológico. Esta idea del ser un complemento para el hombre se ve reflejado constantemente en la novela, en momentos cuando después de casada, los hombres se limitaban a admirar a Emma pero se negaban a hablarle sin estar su esposo presente, y si llegasen a hacerlo; entonces ella tendría la obligación de confesarse ante un vicario lo más pronto posible. Ahora que se entiende a la mujer como una construcción social, que la hace verse frágil, sometida, dependiente, como un premio a que ganar, y luego de una cansada rutina, reemplazarse; es algo que la estigmatiza como un elemento pasivo de la sociedad, en vez de algo activo, como el hombre. Por esto, Emma solo tiene relaciones sexuales con Charles cuando debe cumplir su labor reproductiva, y luego con sus amantes, cuando ellos lo desean. Madame Bovary se niega con todas sus fuerzas a ser confinada en una inmanencia completa, ella se niega a ser algo definido y manejado por la sociedad, se niega a que su propósito fuese en servir al otro. El personaje de Emma aprende que el mundo de autodesarrollo y auto consciencia que debe tener, no puede ser encontrado en la vida que le inculcaron a vivir, o en la vida que le ofrecen Rodolphe y Lèon. Rechaza a su hija, pues desecha la idea de que tenerla puede ser su única y máxima aspiración. Teresa López Pardina, menciona lo siguiente en su texto Historia de la mujer feminista: “Beauvoir, en El segundo sexo, denuncia que la maternidad es algo que se le ha impuesto a la mujer solo por el hecho de serlo, tanto la educación como los roles de esposa y madre son determinados por la cultura y la sociedad […] El ser madre no es un complemento ni un privilegio para la mujer, es un deber.” (1994) Emma, se siente inhibida entonces en sus capacidades y mutilada en su esencia, en sus sueños y deseos, ella quiere alcanzar esa trascendencia y sin embargo cae en la desesperación que le causan sus deudas, quitándose la vida. Esto representa, sobre todas las cosas, las construcciones sociales que imponen comportamientos o normas en lo femenino; ella rompe estas cadenas.  

 

  1. Conclusión 

Cuando Madame Bovary se separa de los modelos de ser y pensar de la cultura patriarcal, es el momento en que pudo reencontrarse con su naturaleza femenina que perdió en su niñez, mucho antes de entrar al convento y mucho antes de comenzar a leer sus novelas de romance. En aquel tiempo cuando era una joven que soñaba con viajar por el mundo y probar de toda la comida exótica posible. Emma, luego de liberarse de las cadenas que le impiden vivir su trascendencia, se permite el lujo de ser ella misma; y toma la única decisión que pudo tomar con autonomía en su vida: “ Lo más triste, de todas maneras, es llevar una existencia tan inútil como la mía, ¿no le parece? Si al menos nuestros sufrimientos sirvieran de provecho para alguien, creo que eso a nosotras como mujeres nos compensaría y el sacrificio habría valido la pena.” (272) Madame Bovary, es una mujer que encarna la teoría feminista bajo la liberación de sí misma y el reconocimiento de su feminidad, y este estudio es prueba de esto, nos reafirma que toda opresión crea un estado de guerra, interno y externo. El estado de soberanía que vemos en los personajes masculinos de la obra de Flaubert (sean ellos conscientes de que lo tienen o no), nos hace ver las trascendencias del hombre y la mujer en guerra constantemente, los dobles estándares de género; por el mismo estado patriarcal que las vio nacer. La mujer no es definida ni por sus hormonas o su condición fisiológica, sino por el modo en que vive y recupera su cuerpo, su vida, a través de la consciencia de ella misma y sus alrededores. La transformación feminista de la mujer es un proceso que lleva años cocinándose, y aunque los resultados de esta, están apenas comenzando a deslumbrarse en nuestra sociedad actual; podemos devolvernos a obras como Madame Bovary, para considerar que la liberación femenina va mucho más allá de solo una realidad física, pero de una literaria también, y no olvidarlas, reconociéndolas como mujeres revolucionarias y transformadoras de una teoría como la de Simone de Beauvoir, partidarias del feminismo literario; como Emma Bovary. 

 


Obras citadas 

 

Beauvoir, S. de (2015) El segundo sexo. Éditions Gallimard. Bogotá, Colombia: Penguin Random House, Grupo Editorial (Debolsillo).  

Flaubert, G. (1982) Madame Bovary. Carvajal. Bogotá, Colombia: Editorial La Oveja Negra Ltda. y R.B.A, Proyectos Editoriales, S.A.  

Imaginario, A. (2020) Madame Bovary de Gustave Flaubert: Resumen y análisis, Cultura Genial. Cultura Genial. Disponible en: https://www.culturagenial.com/es/madame-bovary-de-flaubert/ (April 23, 2023).  

S., Núñez, V.I. and Žižek, S. (2014) El Sublime Objeto de la ideología. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Editores, Argentina.  

López Pardina, T. (1994) Historia de la teoría feminista, Servicio de publicaciones. Comunidad de Madrid. Instituto de la mujer, Madrid, pp. 119-124. 

 

Entradas recientes

Ver todo

La seudofuga del viajero

Autor: Catalina Montoya Podríamos decir, sin lugar a dudas, que desde que nacemos estamos en un constante viaje en el tiempo, y durante...

Comments


bottom of page