Autor: Gabriel Molina Paredes
“El país despide una leyenda”. Con ese titular se presentaba la edición del sábado pasado del diario El Pilón. Los multitudinarios sepelios que se han venido desarrollando desde la muerte del acordeonista y cantautor se han extendido hasta el día de hoy y no parece que vayan a terminar pronto: entre llantos y risas, entre ron y buena música, cientos de admiradores del difunto recuerdan sus canciones en una parranda sin precedentes que ha logrado englobar a toda la región.
Uno de los grandes verseadores de la tradición vallenata, Sinforoso Bolivar, no empezó a ser reconocido hasta aquel festival del 69 donde rechazó ser coronado por considerar que había cometido un “error imperdonable” en su interpretación. Este suceso no solo lo dio a conocer al mundo, sino que además lo convirtió en leyenda: a partir de entonces su carrera continuó con esa prolífica producción de la que hemos sido testigos y en la que no me detendré demasiado, pues ya el artículo del sábado hizo el exhaustivo trabajo de resumir su discografía y sus más memorables conciertos, premios y demás, aunque no sin algunos pocos pero importantes errores que me gustaría aclarar:
Si bien fue el último en salir a la venta debido a algunos problemas con el sello discográfico, el último álbum compuesto por Bolívar no fue, como se piensa, “La parranda de los parranderos parientes” sino “Viaje al interior de una Gota de Ron” lanzado casi dos años antes.
“Mi casa es el lomo de mi caballo” no fue compuesto en su totalidad por Bolívar. Muchas de las canciones del álbum fueron compuestas con la ayuda de Luis Enrique “el pollo vallenato” Martínez, quien fue buen amigo deldifunto y contribuyó además en la producción de “Jíbaro de Pueblo” y “A mi tierra en la Sabana”
En los festivales del 70 al 75 no participó siempre como acordeonista.En el 72 y el 75 participó en la categoría de canción inédita, sin éxito en ambas ocasiones. En el 72 se presentó con “El gran pecado que fue amarte sin quererte” y en el 75 con “La poesía de la burra”.
Aunque aún existe confusión con respecto a su lugar de nacimiento, por la más reciente información que se tiene lomás seguro es que haya sido en Pondorito, Guajira y no en San Juan del Cesar, como decía el artículo.
Amplísima es la lista de acontecimientos biográficos registrados para este tan polémico como talentoso artista. Muchos de ellos han venido siendo traídos a la luz en los días desde su fallecimiento y vueltos a pasar por el corazón de sus fanáticos, aunque prácticamente todos ellos posteriores al 69, año en el que dio su salto a la fama. Es curioso que se tenga tan poco registro de los primeros veintinueve años de vida de un artista que llegó a ser tan popular, así como curiosa es también la extraña reserva que mostraba cuando se le preguntaba por esos momentos. .
Quienes frecuentamos las piquerías por la región baja de la Guajira en esos años quizás podamos recordar a Tragapicha, apodo con el que entonces se identificaba Bolívar, yendo de pueblo en pueblo y presentando incisivas improvisaciones a las que no se les puede reprochar nada, por lo menos, desde lo lírico: su talento como verseador era evidente desde muy temprano. Estas piquerias, según él, eran “por y para el ron”. No pretendía en ese entonces alcanzar la fama que alcanzó, tan solo se limitaba a improvisar y pedir contribuciones para pagarse el sustrato de la improvisación siguiente. Pero el ron no era el único sustrato —me lo confesó unos años después—de sus versos. Usualmente cogía en el día periódicos, revistas, recetarios o biblias (en general lo que sea que pudiera llegar a sus manos y tuviera cosas escritas) para que cuando estuviera borracho, según decía, “las palabras que había leído ese día se mezclaran y se desordenaran y luego salieran con ritmo”.
Esta confesión ayudó a confirmar mis sospechas cuando, unos años después, creí haber escuchado antes en algún sitio, lo que leía en “Pierre Menard, autor del Quijote” del famoso argentino Jorge Luis Borges. No sé de qué forma llegó a sus manos el texto, pero si puedo sospechar que ese día le hizo falta ron porque aquello que identificaba como ya escuchado en Borges no eran palabras sueltas y desordenadas, sino fragmentos completos. Es decir que, sin haberse dado cuenta, Sinforoso Bolivar había compuesto Pierre Menard, Autor del Quijote. No pretendo con esto manchar la reputación que se ha ganado el artista ni esto es una acusación de plagio.: el Pierre Menard de Borges, aunque contiene sucesiones de palabras idénticas al de Bolívar, no puede ser el mismo. El primero ha sido extensamente aclamado por distintos sectores de la crítica literaria, mientras que el segundo, el de Bolívar, fue más bien una presentación mediocre que dejó a todo su público confundido y sin contribuciones en el bolsillo.
Puede demostrarse la vasta diferencia entre ambos cuando analizamos uno de los fragmentos del texto de Borges frente al mismo fragmento siendo interpretado por Bolívar:
“Pero sin duda lo es en un simbolista de Nîmes, devoto esencialmente de Poe, que engendró a Baudelaire, que engendró a Mallarmé, que engendró a Valéry, que engendró a Edmond Teste.”
He aquí una demostración del ingenio imaginativo del autor Argentino: no solo se inventa un autor que escribe el Quijote, sino que además lo ubica entre otros reales de su época, de modo que el lector entienda los motivos por los cuales es tan diferente el Quijote de Cervantes y el de Menard. En cambio, en esa fatal presentación que Bolívar quizás hubiera preferido olvidar, el mismo fragmento se muestra así:
Pero sin duda lo es
Pero sin duda lo es
en un simbolista de nimés
devoto esencialmente de poé
que engendró a baudel aire
que engendró a mal larmé
que engendró a vale rý
que engendró a edmond esté
He aquí unos versos que no dicen nada, que no cuentan una historia, ni son una poesía, ni tampoco un ataque, como se esperaría en una piqueria. Simplemente hay una sucesión de sonidos carentes de sentido siguiendo a la frase “que engendró a”; no se trata de otra cosa que de un vallenato mediocre. Tanto yo como el resto de los que escuchamos su presentación esa noche no supimos qué era de lo que hablaba. La explicación más lógica en ese momento fue que se había pasado de tragos y que por eso decía cosas sin sentido. No fue sino hasta su confesión y mi posterior lectura de Borges que supe lo que en realidad había ocurrido. Una mezcla fatal de sobriedad y términos ajenos a su experiencia lo habían hecho interpretar incorrectamente todo lo que había escrito el argentino. De haber entendido lo que leía seguramente habría preferido botar el libro y tomar más bien una revista porque, hasta donde sé, de Borges no se ha podido sacar bien un vallenato.
Lo que más interesante me resulta de todo este asunto no es el hecho de que Sinforoso haya interpretado mal a Borges, sino el que su memoria haya sido capaz de guardar esas palabras con su pronunciación única y personal sin saber nada de ellas. Aunque, por otro lado, quizás Bolívar le dio su propio significado imaginario a las palabras que no conocía para poder memorizarlas y ese significado personal era lo que le daba sentido a su canción. Hoy, lastimosamente, es muy tarde para preguntárselo.
Comments