Autora: María Camilo Campo Colón*
Rasgar el aire y respirar entre las grietas, entre las heridas del oxígeno ahora resquebrajado.
Morder el tiempo y medirse con la vara de los días que se diluyen cual tinta no indeleble.
Regresar a esa Ítaca soñada y bañarse en aquel Leteo, cuyas aguas tienden siempre al movimiento y a la eternidad.
Vivir siendo silencio y defender, siempre, el carácter ausente de la presencia que no se usa.
Sacudirse el polvo de la vida y de los días que se van gastando, que se van yendo, agitarlo cual impureza barrida por el viento.
Convivir con presencias que devienen en nulidad; pensar que no existe el más allá y, aun así, susurrarle a la lejanía.
Ser el contratiempo, cuya línea no armoniosa perpetúa el desorden, el desconcierto.
Practicar la herejía, cantar a la bestia, confundirse con la rebeldía, aquella que no le reza a nadie.
Correr siempre en contra, absorber el agua dulce de las nubes y soportar el peso de la vida, de las cargas tácitas que trae consigo.
Cuentan que Sísifo, condenado por los dioses, subía por una pendiente una gran roca, la vida es esa roca que el rey mítico de Corinto sube sujeto a inutilidad infinitamente, pero “Hay que luchar todos los días como Sísifo”. Siempre.
* Mi nombre es María Camila Campo Colón, soy estudiante de Historia de la Universidad Nacional de Colombia sede- Medellín, además de eso soy miembro del centro de estudios Estanislao Zuleta (CEEZ). Nací y crecí en Montería, Córdoba, y recuerdo que desde niña he sentido curiosidad por contar y escribir historias. Escribo para que las letras me sobrevivan y para que, por primera de muchas veces, parafraseando a Franz Kafka, los fantasmas no se beban en el camino aquello que produzco en forma de letras. Rasgadura será el primero de mis escritos que me aventuro a publicar.
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