Autora: Katherin Sánchez Meza*
He empezado a odiar los "¿cómo estás?" y a anhelar los "hasta luego". Se me han ido agotando los abrazos; solo me queda uno y lo estoy reservando para la despedida. Las palabras ya no tienen efecto sonoro. Las caminatas desiertas se han quedado mudas. Incluso el pajarillo que cada mañana se posaba en mi ventana ha muerto, al parecer, envenenado por mi presencia. He sentido cómo se apagan todos los candelabros del mundo. Y aquí, sentado, esperando a que el pajarillo vuelva por mí, me he dado cuenta de que lo he alcanzado yo. Esta habitación huele a muerto, incluso a diez mil metros de distancia.
*Katherin Sánchez Meza: Estudiante de segundo semestre de Estudios Literarios, UPB.
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