Autor: Miguel Arredondo Uribe*
La gente confía en las Marcas del Destino –esos acertijos que cuentan la suma de la vida– a pesar de no conocer su origen. Todas las religiones importantes y todas las culturas del mundo reconocen el poder de las Marcas. Es un poco desconcertante si lo piensas.
Los acertijos más largos y complicados significan supuestamente que una persona está destinada a la grandeza, pero nadie puede saber si para bien o para mal. Hubo una vez un dictador cuya Marca del Destino cubría su espalda entera, desde la nuca hasta la base. Solo después de su muerte a manos de una niña cuya familia había masacrado, se dieron cuenta de que la mayor parte del acertijo era falsa, que se trataba de un tatuaje o. Su verdadera Marca de Destino era una línea: Un fénix nacido vuela del nido.
Las marcas cortas significan que una persona no sirve para mucho. Consciente de esto, la Iglesia Católica afirma que la de Marcos, uno de sus santos más destacados, creció en longitud y complejidad a lo largo de su vida, pero la mayoría de historiadores desmienten el hecho. Sostienen, en cambio, que a juzgar por su entierro tuvo una marca corta durante toda su vida y murió sin que se modificara nunca.
Pero esto no significa que no sea agotador lidiar con las preguntas y las miradas cuando la gente pregunta por su marca...
—¡¿Separar?! Eso es solo una palabra — dijo el hombre al otro lado de la mesa, con los ojos muy abiertos, como si le hubiera dicho que me comí a su madre en lugar de lo que dice mi Marca.
Asentí, ya aburrida.
—Sí, ¿y cómo es la suya?—realmente no me importaba saberlo, pero, como él me preguntó, habría sido una descortesía no devolverle la pregunta.
Le tomó un momento y un suave recordatorio de la pregunta para responderme, e incluso cuando lo hizo, farfulló como si ya no estuviera seguro.
Le di un descanso.
–¿Cuatro líneas? –no eran cuatro líneas y él lo sabía, pero no tiene nada de malo acariciar un poco el propio ego especialmente después de recibir un susto como el que le había dado.
Pareció sentirse más seguro y se pavoneó por el elogio, pero aun así negó con la cabeza.
–No –respondió, con la voz rebosante de repente de la misma confianza con la que se me había acercado cuando entró al café y me había preguntado lo que estaba haciendo–,tres.
Después de eso, sin embargo, la conversación decayó. A decir verdad, no intenté mantenerla en marcha. El muy gentilhombre todavía me pidió el número cuando se dio la vuelta para irse, pero se veía que ya no estaba interesado en la mujer tranquila cuya Marca del Destino constaba de una única palabra. Le recité números sin pensarlo y él los copió en su teléfono. Sabía que nunca me llamaría, pero no me importó.
–Buena suerte con tu brazalete –dijo mientras se daba la vuelta y se dirigía a la puerta.
Miré la longitud de la cuerda trenzada que tenía en mis manos y sonreí.
–Está casi terminado –le dije sin levantar la vista.
Sonrió débilmente. ¿Quizás lo asusté? No dijo nada más mientras salía por la puerta.
Miré el brazalete y lo retorcí entre mis dedos antes de tomar las tijeras. Con mucho cuidado, deslicé la pulsera entre las dos hojas y corté la pieza.
Pude sentir su alma saliendo de su cuerpo. Los conductores descuidados causan tantas muertes. Pero al menos no había estado solo esta mañana.
Lo curioso es que muchos de los acertijos tienen varias interpretaciones. Uno puede doblarlos para que signifiquen casi cualquier cosa. Pero, siendo honestos , "Separar" es una Marca muy precisa para una Moira.
*Miguel Arredondo Uribe es estudiante de antropología de la Universidad de Antioquia, aficionado por las gomitas y director editorial de la Revista Kogoró. Con publicaciones y ponencias en áreas de hermenéutica, etnografía digital, teoría queer y epistemologías de las ciencias. Prefiere pasar sus días en Wikipedia o jugando Dungeons and Dragons y los Sims que trabajando en su monografía de grado.
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