Autor: Samuel Badel Rodas*
Iris
Las ondas de los colores revolotean sobre una cintura que sube y baja en el abismo.
Colores sueltos que se recogen en el vasto humedal de mi pupila
Colores que conforman personas
Personas que se mueven de arriba abajo y de un lado para otro.
El mundo no para.
No se detiene para apreciar la belleza de los movimientos
No se detiene a ver la belleza de los instantes más efímeros.
Unos colores que se olvidan
No son después de ellos mismos ser
No sucede una segunda vez
Las cosas se tensionan en el vacío del olvido
Se pierde inmediatamente
No se ven más colores que el primero
No se ven más figuras que la primera
No veo más personas que no sean las que tú eres.
Se han perdido los colores
Se han perdido las figuras
Se han perdido las personas
Y yo sigo esperando a que tu vasto humedal penetre mi pupila para gozar el júbilo de iniciar nuevamente a ver los colores.
Jardín sin flores
Las raíces que se enervan en mi
Que atraviesan el concreto para llegar a la tierra fértil
Que rompen para vivir
Que desean ver la luz, aunque dejen oscuridad.
No toda oscuridad es mala
Da resguardo
Da tranquilidad.
El jardín de mis penumbras se ha marchitado.
Han muerto todas las flores.
Se ha salado la tierra.
Las flores rompen la muerte si las dejas entrar sin cuidado
Las flores destrozan la tierra infértil para dar nido a futuras generaciones.
Las flores del jardín marchito han muerto en vida
Pero solo una ha logrado germinar
No es flor
No es árbol
Es persona.
Luna escondida
De lo escondido de mi
Que abrasa a la noche y aúlla a la luna.
Que grita lamentos al sol
O a su reflejo.
Perdido dentro de sí
Escondido a la luz
Gritando a la noche
O a su penumbra.
Como un reflejo del yo que no es
Nos fundimos cálidamente en la oscuridad
Nos enfriamos a la luz
Nos olvidamos al caer la noche.
Nos fundimos en una luna escondida
A los de ojos juzgones,
A los inteligentes,
A los sabelotodo.
De ellos me escondo
Pues de ellos vengo y conozco sus pesares lamentables.
* Samuel Badel es estudiante de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana, en Cali. Ha sido publicado en la editorial Mi máquina de escribir.
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