Autora: Isabella Beltrán*
Un lunes cualquiera, de esos que vienen cargados de pesadez mental, después de un domingo abominable de soledad, me levanto con el computador al lado de mi almohada, la noche anterior me quedé hasta tarde tratando de escribir una crónica para Lengua y Cultura que me teníamás estresada que el jefe de prensa de Duque después de cualquier intervención. Miro el reloj, 8:00 de la mañana, inicio mi monólogo interno:
-Ojalá logre llegar a clase de dinámica, ese texto de ayer estuvo increíble.
Salgo de mi casa aún pensado cómo voy a seguir con esa crónica, me mortifica que salga mal. - ¿quién te mandó a ser tan perfeccionista? – una voz de mi cabeza me pregunta.
Ya un poco ansiosa con el bololó de pensamientos, me decido ahogarlos con un poco de música. Selecciono una carpeta aleatoria, de pronto suena “Quiero ser de vos” de Piero. Una canción que el día anterior mi papá me había mostrado. Empiezo a pensar en cuanto amo a mi papá - ¡Tan bello! - me digo -y él que me dio la plata para los pasajes … Hpta no he recargado la cívica - frené en seco y me desvié por la clínica de las Américas para pasar por el Gana más cercano.
En una ciudad desigual y con unos habitantes amantes del azar, es fácil encontrar esa casetica verde donde además de poderte ganar mil millones de pesos, puedes recargar tu tarjeta verde, quien es tu mejor amiga para combatir el tráfico de Medellín. Las mujeres que lo atienden son personajes memorables: uñas impecables, labial en tonos morados, ceño fruncido, chicle entre sus dientes y un uniforme color blanco sin una sola arruga.Ellas, tan bonitas, tan serias, te hacen entender lo insignificante que es decir “buenosdías”, solo les interesa contar los billetes y monedas de todos los ancianos que vienen a jugar su mísera pensión en un juego que tiene más perdedores que ganadores.
Estos personajes de pelo blanco, algunos con sudaderas referentes a su grupo de tercera edad de su caja de compensación, son los dueños de las ganancias de Astro Luna, Caferito, Lotería de Medellín, Baloto etc... Después de analizar las vestimentas de mis compañeros de fila, procedo a fijar mi atención en un señor alto y caripreocupado, que me recuerda a mi abuelo.
Mi abuelo, Víctor Beltrán, nació en Sasaima Cundinamarca en el año 1936. Sus condiciones desde el inicio fueron precarias, no contó con un núcleo familiar, así que su mejor amigo siempre fue el rebusque. Desde la muerte de su madre trabajó en panaderías y ferreterías, llegó a Medellín con la esperanza de que su panorama cambiara. En 1956, meses después de llegar a la tierra de las oportunidades conoció a una mujer en las escaleras de un teatro famoso del centro de la ciudad. Herenia Gómez Naranjo era aficionada al cine, por esto, era común que frecuentara estos espacios. Después de guiñarse el ojo y reírse pícaramente, los dos decidieron entablar una conversación que los llevaría a cosechar un amor que hoy, 60 años después, sigue recogiendo frutos. Víctor y Herenia procrearon 5 hijos varones uno de ellos, mi amado padre.
La casa de guayabal donde residen es una guarida de respeto y amor donde sus habitantes comen exquisitos banquetes, suena tango todo el día y donde el piso brilla por los cuidados de su matrona. Mi madre, quien trabajó arduamente los primeros años de mi existencia, me encomendó a esta guarida donde viví con la mayor de las comodidades por 4 años. Mi agradecimiento por lo que me brindaron es inmenso, por esto, suelen estar en mi mente todo el tiempo.
Hace algunos días fui a almorzar a la guarida de pisos brillantes, y después de un banquete cargado de alimentos representativos (frijoles, aguapanela y su buena carne de cerdo) iniciamos nuestra tertulia post-almuerzo:
-Mijo, ¿qué número cayó ayer? - dice mi abuela con naturalidad, casi como si ya supiese la respuesta. Mi abuelo responde:
-Nena, creo que el 3527.
Esto me hizo pensar o más bien recordar, que no es la primera vez que escucho este mismo diálogo. Mi familia siempre ha estado muy agradecida con las instituciones de lotería. Mi abuelo, alimentó a su familia gracias a los millones de paisas que se arriesgaban a jugar sus monedas a un premio casi inalcanzable.
Don Víctor, fue vendedor de lotería desde el año 1975, cuando las apariciones del ELN eran costumbre en los noticieros de mediodía y cuando Santa fé ganó por fin su sexta estrella. Medellín se empezaba a desarrollar a partir de manos campesinas que migraban a esta ciudad arrojados por la violencia ejercida en la ruralidad. Muchas de estas manos comenzaron a trabajar en fábricas,donde la popularidad de un juego llamado Chance daba la oportunidad de saldar deudas y darles una mejor vida a sus creyentes, lo único que debían hacer era comprar la posibilidad con un número.
Tanto gerentes como empleados empezaron su camino de fe ante el chance y mi abuelo era un intercesor de confianza para todos aquellos que quisieran unirse a esta nueva religión. Mi abuelo me comentaba cómo el gerente de Discos Fuentes era su comprador más amplio, o cómo en las oficinistas del Coltejer eran muy amables y lo invitaban a tinto, pero sin duda, su compradora más fiel era su esposa.
Herenia siempre ha tenido suerte para los números, en su vida se ha ganado chances y pequeñas loterías. ¿Qué hace con el dinero? Primero suple la necesidad que tenga y después como buena creyente, es caritativa. La cama que tengo hace más de 17 años es obra de un chance, la renovación de los gabinetes de la cocina de una de sus hermanas es obra de un chance, algunas donaciones a la fundación Compasión son obra de un chance y claro, una que otra visita al santísimo de Buga …
Mi abuelo dejó su oficio en el 2000, cuando sus hijos al notar su cansancio decidieron jubilarlo. Sin embargo, mi abuela sigue siendo fiel a la institución que tanta ayuda le ha brindado, por esto, cada tanto realiza un buen chance.
Hace unos meses Herenia soñó con un número, el 4472, lo pensó durante una semana, hasta se lo compartió a su hermana Aidé que vivía fuera del país:
- Oíme, soñé con un número lo mas de bonito, el 4472.
- Herenia hacelo el viernes, que juega por la lotería de Medellín, a ver que tal. ¿Quién quita que te lo ganés? Está muy bonito ese número.
Y así fue, el viernes a las 8:30 de la mañana después de hacer sus ejercicios matutinos se dirigió a su Gana de confianza. Pero algo extraño había sucedido ese día, la caseta de Patricia estaba cerrada. Desanimada volvió a su casa y comenzó a hacer otras actividades. En la tarde de ese mismo día, le dijo a mi abuelo:
-Víctor, mientras yo termino de doblar esta ropa me hacés el favor de hacerme un chance.
-Claro nena, ¿qué número?
-4472-
Víctor emprendió su viaje de unos cuantos minutos hasta la caseta de Don Ramiro, mientras caminaba cantaba “que tarde que has venido, no ves que ya es invierno, que toda mi ternura la vida la quemó”
- Ese argentino Ledesma sí canta bueno ¿no? - le dijo a Don Ramiro cuando llegó a la caseta.
- Hombre, Víctor, vos sí tenés buen gusto.
Después de una conversación amena recordando discos de Ledesma, Varela y Larroca, Ramiro le pregunta
- ¿Qué número vas a hacer hoy? –
- ¡Ay jueperra! Ramiro, se me olvidó el número que me dijo Nena. –
- Esas no son penas, Víctor, haga otro, no importa-
-Bueno, será hacer el de siempre 4028- Cabizbajo se fue a su casa, guardó la factura en una libreta y no le dijo nada a Herenia.
El sábado fue un día diferente, Medellín amaneció con un sol abrumador y sin ni una sola nube en el cielo, tal como le gusta a mi abuela. Después de lavarse la cara, realizósus estiramientos, tomó su jugo de naranja y en la cocina Víctor la esperaba con una arepa con buena mantequilla y una taza de chocolate. Como todos los sábados se sentaron en la mesa a conversar y a esperar a uno de sus hijos que siempre les llevaba parva.
-¿Wilmar por qué no llega?, Víctor vení veamos televisión un rato mientras llega Wilmar. - Dijo Herenia un poco molesta.
Se sentaron en la sala de televisor y procedieron a encender la TV que siempre estaba en el mismo canal.
-“El denominado Chance Millonario sorprendió a uno de sus jugadores con un precio de 4.914 millones de pesos en Medellín, la capital del departamento de Antioquia. Según informó la empresa, es el valor más alto en toda su operación, el número del ganador fue el 4472 …”
-¡Víctor! ¡Ganamos Víctor! ¡Dios mío! -
Víctor sentado en la silla verde, al ver la felicidad de su esposa comenzó a llorar … y dijo
-No, mija, no ganamos. Se me olvidó, entonces hice el 4028-
Herenia sonrió, le dio un beso en la frente a su esposo y le dijo:
-Mijo, no importa ¿igual qué íbamos hacer con tanta plata? ¿Cierto? -
Pronto sonó el timbre, su hijo había llegado, Víctor empezó a calentar el agua para el café y Herenia se dispuso a abrir la puerta.
Mi fila en el Gana avanzaba y yo me reía sola con el montón de memorias que acababan de surgir en mi cabeza. Estaba decidida a abrazar al señor alto y canoso que me recordó a mi abuelo, pero tal vez sería muy extraño, mejor me contuve … comencé a llorar, y por primera vez en mi vida hice mi primer chance.
La señorita del Gana sin una arruga en su uniforme me miró de arriba abajo, y me dijo.
- ¿Niña qué le pasó? -
-Nada, pero gracias por preguntar, podría hacerme un chance por la lotería de Medellín al número 4472 y recargarme el resto de este billete en la cívica-
Y así fue, de pronto ese lunes ya no fue tan triste, partí en camino al metro cantando “que tarde que has venido, no ves que ya es invierno, que toda mi ternura la vida la quemo”.
* Mi nombre es Isabella Beltran, tengo 19 años, me encuentro cursando mi sexto semestre de psicología en la universidad Pontificia Bolivariana, sede Medellín.
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