Autor: Ángel Ramírez *
Por servir a la nación, marché de mi casa un día, dejando solo mi espacio y a mi madre quien ya envejecía.
Convertirme en policía fue una gran ilusión, por cuidar a la ciudadanía y honrar a mi familia por vocación.
Ten cuidado con la vida, siempre dice mi mamá, nada es tan bueno ni tan malo, como lo puedas apreciar.
Por eso tengo miedo cuando sueño a lo grande, la vida suele darme muchas glorias o de un solo tiro matarme.
Por algunas diferencias en mi forma de pensar, la providencia de un jefe, al infierno me logra enviar.
El lugar es tenebroso, yo no quiero estar ahí, solo siento mucho miedo, odio e incertidumbre dentro de mí.
No necesito mucho tiempo, para apreciar la maldad, desde niño la percibo como los vientos anuncian un huracán.
No pensé que pasaría esa terrible ocasión, Dios siempre me acompaña y de todo tiene control.
Recuerdo un ruido fuerte y muchas ganas de gritar, dos balas rompían mi ropa y me limitaban respirar.
La piel estaba herida, rota y roja en humedad, brotaba tanta sangre de mi cuerpo, como brota del rio un caudal.
Tengo miedo, mucho miedo de no volver a respirar, mis ojos se humedecen y el corazón acelera el palpitar.
Pierdo fuerza y equilibrio, solo siento eternidad, un terrible dolor en pecho y en mi cabeza una despedida sin piedad.
Corren todos a ayudarme y me llevan a un hospital, mis compañeros buscaban mi salvación a como diera lugar.
Fueron crueles y siniestros los minutos de aquel día, parecían pasearse lentos para reabastecer mi agonía.
Muchos corren de lado a lado buscando una solución, mi cuerpo se desangraba en la camilla y mi vida dependía de su acción.
Hicieron todo lo posible por preservarme aquel día, las heridas son tan graves que solo un milagro me salvaría.
Ahí tirado en la camilla, solo pienso en el amor, las cosas buenas que hice, y a las que entregué mi corazón.
El cariño de mi madre, los amores pasionales, los amigos entrañables y esos nobles deseos de ser alguien.
De pronto todo se nubla y se pierde la visión, no sentía, no vivía, solo un sueño aterrador.
Así pasaron los días, las noches también llegaban, no había frio ni calor, ni claridad de donde estaba.
Lo sentía tan irreal, desmedido y exagerado, era como un viaje por el mundo desnudo, sucio viejo y alocado.
Hasta que encontré una luz, que me dijo bienvenido, estuviste dos meses en coma por tu cuerpo mal herido.
No tenía mucha visión, tampoco lógica la historia, pero en mi corazón sentía estar cerca a la gloria.
La crueldad de aquellos días, los recuerdo con orgullo, no sabía que fuera tan fuerte y que ímpetu me sostuvo.
Cicatrices a lo largo y hacho, vestían mi pecho y abdomen, algunos parecían ser cortes y otras terribles erosiones.
Mis piernas dormían con cautela, mis brazos sujetados a la cama, sentía la garganta seca y un frio que me quemaba.
Solo usaba un pañal tena, muchas chupas adheridas, mi pene tenía una sonda y mis ojos deseaban que todo fuera mentira.
Solo queda abrir los ojos y aceptar la realidad, Dios no te permite seguir vivo, si no lo aprecias de verdad.
La bajeza de un humano, me llevo a padecer dolor, quien dispara contra otra vida, le falta fe en el corazón.
Gracias a lo sucedido he aprendido demasiado, estoy cerca de mi madre y de mi espacio tan anhelado.
Pase muy duros momentos, difíciles de olvidar, se encuentran grabados en mi cuerpo y en mi memoria perduraran.
Aun así, puedo afirmar, que nada es imposible de llevar, cada situación toma su tiempo, pero un poco de fe puede ayudar.
Ahora entiendo la ansiedad, la depresión y la locura, cada una tan necesaria para superar el dolor y llegar a la cordura.
No solo me enseñó a ser fuerte, y agradecido con la voluntad de Dios, aprendí también a ser valiente cuando no tienes otra opción.
Gracias, madre, hermanos y buenos amigos, por su anegada oración, por su fe me hicieron fuerte y he encontrado un milagro en lo que sucedió.
* Ángel Rafael Ramírez Escobar, nacido en la ciudad de Barranquilla (Colombia) el 15 de abril de 1990, profesional en Psicología, Patrullero e investigador criminal de la policía nacional de Colombia. Incursionando en el mundo de la escritura con participación en 12 obras antológicas publicadas, enfocadas de manera general en su experiencia como policía víctima del conflicto armado, describiendo con ilusión los parajes de su estancia en coma durante 47 días y las vicisitudes emocionales de su proceso de rehabilitación.
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