Autor: Luisa Mariana López Pérez*
De Aguachica no sale la peste, de las montañas no pasa,
y el papá de la prima de mi exnovio, mi vecino,
le dijo a la cuadra que me han visto entrar a la casa con tres diferentes, con diferentes tres.
De Aguachica no sale la peste, así como del Magdalena no salen los muertos,
los cuerpos llenos de piedras o los bagres llenos de bolsas.
Aguachica con mar me suena a algo enfermo.
Aguachica sin peste me suena a podrido.
A doña Sandra le pusieron un cuchillo en la garganta para que el hijo dejara de aletear con la justicia del puerto.
De Aguachica no sale la peste y mucho menos la vida.
Uno trata de escapar y Aguachica lo persigue mezclando el vos con el tú;
Con las tetas sudadas.
Aguachica sin peste me suena a olvido, a inexistencia.
¿Quién podría quererla menos que las bestias que ella engendra?
*Luisa Mariana López Pérez. No la apócrifa, sino la de verdad, la más sana de sus amigues, la de la malformación en el útero. Se repite Betty como rezando un rosario y en alguna parte de su casa tiene un altar para Hugo Lombardi. Salvo por un breve periodo en el que logró escaparse de Aguachica, su mayor logro hasta ahora es el de pagarse los datos enseñándole a niños. Logró escaparse, eso sí, del convento: en vez de estudiar para monja terminó estudiando literatura, por eso algunas veces escribe dios con minúscula y lo deja así, sin corregirlo.
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