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Foto del escritorEl Galeón Gaceta Literaria

Humo

Autor: Alexis Collantes*


El sabor a cigarrillo inundaba mis ojos mientras una fría sensación recorría todo mi cuerpo; podía sentir como el suelo entraba en contacto con mi pecho ¿Cómo terminé boca abajo? Ya no tenía el cigarrillo en mi boca, se encontraba frente a mí, ahí suspendido en el aire sólido conocido como concreto. Inútilmente, intenté agarrarlo, pero mis manos no respondían. Podría culpar al inevitable pensamiento de que pronto me encontraría en el funesto Hades viendo cara a cara a un juez imponente decidiendo mi castigo, o tal vez al hecho de que inocentemente confiaba en que después del deceso no habría nada y me encontraría eternamente deambulando en un ensordecedor vacío. No importa el motivo, fue entonces que pensé en ella.

Un cabello azabache que de vez en cuando cubría dos esmeraldas que le servían de ojos me atravesaban como una bala. Irónico. Unos labios intensos que me hablaban cada vez que los veía. “Bésame”, decían. Irresistible esa cara como una noche estrellada, fascinante a la mirada humana. Recuerdo sus cálidos abrazos, siempre preocupada por mí, como un ángel que había bajado del cielo para salvar a este inmundo demonio.

¿Por qué? ¿Será que al estar muriendo la vida te echa en cara todo lo que hiciste mal? Si no estuviera mi boca llena de humo y sangre juro que casi podría recordar su sabor. Aun así, es raro que lo único en lo que pueda pensar estando al borde del abismo sea en ella. ¿En qué momento pasamos de ser complementos perfectos a convertirnos en maquinarias totalmente diferentes? ¿De quién fue la culpa? Es inútil pensar en eso ahora, en lo que probablemente son los últimos minutos de mi vida; es gracioso, porque ahora es que me doy cuenta de que la quiero.

Recuerdo que aquel día estaba lloviendo, como si el cielo llorara por lo que pasaba. Caminé sin mirar atrás, como quien desecha algo insignificante y pasa de largo, ignorando el maldito sonido a mis espaldas, un sonido que hacía temblar mis piernas y voluntad; pero seguí firme, a paso lento, con la mirada alta, orgulloso de haber cometido el (aún no sabido) peor error de mi vida. Avancé dos cuadras y volteé hacia la izquierda. Quién sabe hacia dónde, ni yo lo sabía. Había dejado atrás lo que le daba sentido a mi vida.

De haber sabido que terminaría así, tirado en medio de un callejón y con dos huecos en la espalda, seguro habría dado la vuelta. Pero heme aquí, sin ella, y pronto sin vida. Quisiera haber visto su rostro una última vez, pero la hubiera recordado gris, no como era ella, llena de color, alegría, rebosante de amor. ¿Será mucho pedirle a la parca que me lleve contigo para darte un último beso? Siendo sincero es lo único que quiero.

Saqué unas últimas fuerzas, tal vez gracias a la esperanza de verla una última vez: moví mi mano hacia donde estaba el cigarro, lo agarré y aspiré, pero me vi interrumpido por un sonido seco; era el tercero. Es verdad que daría lo que fuera por cambiar el pasado, por volver a ella y no abandonarla nunca, pero no puedo hacerlo. No hay vuelta atrás. Tosí, tomé el cigarro para probarlo por última vez. Ese sabor que me acompañó tanto tiempo, ayudándome a olvidar toda clase de porquería. Aspiré y no pude evitar chorrear sangre al mismo tiempo que salía lo que parecía ser mi último suspiro. Entonces, cayó el cigarro.


* Soy un joven de 19 años, estudiante de la Universidad de Antioquia, lleno de fracasos y repleto de sueños. Amante de las letras y la poesía, entrego mi vida diaria a mis musas mientras me hundo en el mar de la melancolía. He ganado un premio municipal en la XI edición del concurso de poesía Efraím Galeano. Escribo poemas e historias cortos en Instagram, donde pueden encontrarme como @collante.poesia. Me gusta mucho una frase que escuché hace mucho y adapté a mi pensamiento: “El que no vive para la poesía, no sirve para vivir”.

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