Autor: Anónimo
Me mira, me mira y me mira
y pareciera que está armándome pieza por pieza.
La miro, la miro y la miro
y es como si estuviera analizando una pintura con trazos tan iguales
que no se diferencian entre sí.
Me mira, me mira y me mira
y logra abrirme la cabeza hasta dejarme inconsciente.
La miro, la miro y la miro
y me doy cuenta de que está en todas partes.
Nos miramos, nos miramos y nos miramos,
pero después sentimos cómo llega la manada.
Ya casi no nos miramos.
Yo solo la miro y ella me mira.
Con eso basta.
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